LINAJE poema de Ruth Fainlight
Cuando tenía los ojos doloridos o cansados o irritados,
cerrando la mano en un puño laxo,
mi madre frotaba su anillo de bodas,
con cuidado, sobre mis párpados cerrados,
... segura de que el roce del oro era curativo.
También creía en el agua caliente
con limón, en ayunas a la mañana
y, en cualquier momento del día, bebía
caldos o infusiones de sabor horrible
para purificar su sangre. Entibiaba
una cucharada de dulce de aceite de almendras
para verter en mi sufriente oído, me envolvía
la garganta con viejos chalecos de lana,
y me cubría el pecho con una cataplasma
cuando me aquejaba un catarro.
Remedios simples del campo,
útiles aún en la ciudad,
donde pasaban madre e hija
y todavía no eran desdeñados. Rara vez
consultábamos un médico. Cuando yo era niña
parecía normal ser enfermiza la mitad del año. Nunca le dije
que me enorgullecía que fuera bruja.
Cuando tenía los ojos doloridos o cansados o irritados,
cerrando la mano en un puño laxo,
mi madre frotaba su anillo de bodas,
con cuidado, sobre mis párpados cerrados,
... segura de que el roce del oro era curativo.
También creía en el agua caliente
con limón, en ayunas a la mañana
y, en cualquier momento del día, bebía
caldos o infusiones de sabor horrible
para purificar su sangre. Entibiaba
una cucharada de dulce de aceite de almendras
para verter en mi sufriente oído, me envolvía
la garganta con viejos chalecos de lana,
y me cubría el pecho con una cataplasma
cuando me aquejaba un catarro.
Remedios simples del campo,
útiles aún en la ciudad,
donde pasaban madre e hija
y todavía no eran desdeñados. Rara vez
consultábamos un médico. Cuando yo era niña
parecía normal ser enfermiza la mitad del año. Nunca le dije
que me enorgullecía que fuera bruja.