"...el útero es el primer motor energético del cuerpo de la mujer.
A través de él,
se bombea la energía que nos permite vivir. Solo pudimos renunciar a la esencia que somos cerrando el caudal de energía que nos alimenta. Renunciamos al movimiento, la sexualidad, el placer y la expresión; es decir, redujimos la cantidad de energía que vivimos. O sea, debimos acomodar nuestra vitalidad a las horas sentadas, al silencio y a la sumisión. Por eso ahora estamos cansadas, nuestra femineidad nos duele (menstruaciones y parto), nos falta creatividad y nos sentimos perdidas.
Solo pudimos convertirnos en niñas buenas después de haber contraído (inconscientemente) el músculo que conforma el útero. Esa es la contracción inicial que sostiene el entramado de sometimiento, ideas limitadoras, miedos y represión que nos atenazan. Solo podemos llamar vida al acto de desplegar el potencial que anida en nuestro interior. Relajar este músculo nos permite volver a conectar con la vitalidad y el placer. Es un camino para ampliar nuestra experiencia vital y sostener el poder que todas las mujeres del mundo compartimos. Cuando una mujer encuentra su poder interior, que es el poder que sostiene la vida, no hay sociedad o cultura capaz de dominarla". (Mónica Felipe-Larralde) Ver artículo completo en:
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