recordé algo tan importante que hoy quiero compartir con ustedes.
Después de que parí a mi hija, mi vida cambio muchisimo. El embarazo, el parto, el puerperio, la lactancia y la maternidad me han ayudado a ver mis luces y mis sombras. Para mi han sido portales de sabiduría y crecimiento de mi ser femenino.
Y una de las sombras más díficiles de integrar en mi ser mujer fue MI NUEVA IMAGEN CORPORAL.
Después de que parí, ya no me sentía la misma, había cambiado, pasaron los meses y el espejo me mostraba a una nueva mujer que yo desconocía.
Mi cuerpo físico había cambiado, no sólo mis pechos, mi piel, mi pelo sino también mi vagina (tuve un parto natural con una episotomía), por lo que mi vulva también era otra. Recuerdo que hablaba con mi pareja, pero el no comprendía lo que yo intentaba expresar, lo comenté algunas veces en las reuniones de la liga de la leche, pero tampoco sentía que las palabras lograban expresar mi "sensación-vivencia", me reunía con algunas amigas y poco a poco empezamos a "correr el velo " frente a este tema, que no sólo era fisiológico, sino también mental, emocional y energético.
Mi cuerpo emocional había cambiado, ya no era la misma, aunque lo había estudiado en mi formación como psicóloga, aunque había acompañado en mi rol de terapeuta a mujeres en etapa de puerperio, aunque había trabajado en tratamientos de reconstrucción de la imagen corporal de pacientes. No lograba integrar a mi vida este CAMBIO.
En psicología, "la imagen corporal es la representación del cuerpo que cada persona construye con su mente y la vivencia que tiene de su propio cuerpo". Para mi se hacía cuesta arriba aceptarme distinta, sentir que no podía hablar sobre el tema por los tabues que rodean al cuerpo y los genitales y porque veía que este aspecto era un "tema feo" que nadie quiería tocar.
Camino hacia el encuentro de mi misma...
Empecé a escribir, empecé a bailar, empecé a tocar mi cuerpo y los cuerpos de mi pareja y mi hija.
Empecé mi gestación, me vi como una madre nuevamente, en período de gestación. Me sentí semilla y me cuidé mushisimo, velando que mi entorno fuera amoroso y todos los días era conciente del amor que me entregaba a mi misma.
 |
| Ilustración Sara Morante www.saramorante.com |
En este proceso de transición, sentí que una parte de mi "murió" en mi otro mundo, el de la mujer que antes a había sido.
Me encontraba en el útero de la existencia, esperando "re-nacer".
Sentía el mensaje que experimentaría un gran cambio, que expandiría mi capacidad de volar y ser libre.
Me sentí como crisalida y empecé a visualizarme así, yo era mi símbolo sagrado de transformación. Me encontraba en mi propio camino de evolución: pasé de ser una larva a ser un capullo, y sólo a través del amor a mi misma o como yo le llamo "MATERNA(ME)", llegué al estado de mariposa.
Para mi las mariposas representan el fuego (el amor y la pasión) y la fragilidad de la hermosura (sutiliza y belleza) que tanto hombres y mujeres debemos rescatar.
Hoy queridas mujeres, les cuento que me gesté, me parí y me materno día a día a mi misma.
Busco rodearme de mucho amor y el encuentro con otras mujeres me han ayudado a recordar que en mi existen todas las herramientas para sentirme plena.
El encuentro con la Hermandad de la Tribu Femenina, me recuerda el calor del útero, el pulsar de mi energía interior y la posibilidad de re-nacer cada día.
Soy una "mujer en curso", una mujer en transformación permanente.
Y a propósito de la invitación del inicio, les quiero decir que participar en el "Album Cicatrices" puede ser una bella manera de renacer... de sanar heridas... tanto físicas como emocionales y energéticas... de que te mires al espejo y veas a la NUEVA MUJER QUE ERES HOY... al sacarte una foto o al escribir de lo que tu cicatriz te hace sentir es una forma de MATERNAR(TE).
Anímate, no pierdes nada, al contrario GANARÁS AMARTE TAL CUAL ERES HOY.
Te abrazo en hermandad,
Claudia Ferrer (Mujer en Curso)
