Los recuerdos, las emociones, los pensamientos y lo que hacemos o dejamos de hacer, las decisiones que tomamos quedan plasmadas en cada célula de nuestro cuerpo. Llevamos inconscientemente, nuestra historia personal en los tejidos de nuestra conciencia, así como una gran base de datos.
En el cuerpo no sólo llevamos nuestro dolor, sino también el de nuestras madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas y las mujeres que la presedieron.
Llevamos mucho más que lo puramente personal, en cierto modo, llevamos a todos y a todo lo que nos rodea. Todo está dentro y alrededor de nuestras células.
Cuando una mujer comienza la tarea de sanar su cuerpo y decir su verdad, debe romper el campo colectivo de miedo y dolor que la rodea por todas partes y que ha existido desde que impera la cultura patriarcal. Una zona saturada de miedo a la violación, a los golpes y maltrato, al abandono.
Experimentar el miedo que tenemos colectivamente es un paso muy importante hacia nuestra sanación.
Cuando reconocemos el miedo que se anida en nosotras, sin juzgarlo, sin criticarlo, sin subestimarlo, le hacemos un lugar a "aquello que no tenía nombre" o a lo que era confuso para nosotras. Cuando nos acogemos a nosotras mismas y al miedo que portamos, le ayudamos a las mujeres que nos anteceden y a las que nos siguen generacionalmente.
Una vez que atravesamos el miedo y comenzamos a vivir la vida según la "vieja-sabia" que vive en nuestro interior, creamos un nuevo espacio femenino basado en la libertad, la dicha y la oportunidad.
Siempre recuerdo el trabajo de sanación que realicé años atrás con mi psicoterapeuta, Marisol Susaeta. Ella me mostró que no estoy sola y que en mi vida estoy acompañada por las mujeres de mi familia, las cuales me sostienen y me dan sabiduría.
De este modo, comprendí la importancia del linaje femenino en mi vida, a través de una imagen que aún llevo dentro de mi:
"En una fila de muchas mujeres, estoy yo, Claudia.... detrás mio con las manos en mis hombros está mi madre ,Benedicta,... detrás de mi mamá está mi abuela, Benedicta, sosteniéndola de los hombros... detrás de ella mi bisabuela, Laura, sosteniéndola de los hombros y así sucesivamente... la fila es interminable hacia atrás, ya que le siguen todas mis ancestras, muchas otras madres que sostienen a sus hijas. Aunque no sé sus nombres o no conozco sus vidas, se que existen muchísimas mujeres en esa fila que forman parte de mi linaje materno.
Y delante mío, está mi hija, Rafaela, a quién sostengo de sus hombros y que también forma parte de este linaje. Hoy ella tiene 2 años y 7 meses, sé que esta fila no terminará ya que la vida se abre paso en nuestra familia y cuando ella tenga una hija también la sostendrá de sus hombros y así infinitamente".
Para sanarnos, primero debemos ver nuestro dolor y el de las mujeres que nos anteceden, si acogemos el sentir que nos provoca ese dolor podremos expresarlo de la menera que deba salir... rabia, llanto, sueño, vómito, gritos, baile, dibujos, canciones o como quiera manifestarse en nuestra vida presente.
Cuando las mujeres sabemos que no estamos solas, que muchas otras mujeres nos acompañan y nos sostienen, la sanación viene desde tu propio interior... tu cuerpo puede decirte lo que necesita, tu voz habla lo que quiere decir, tus decisiones son coherentes con lo que deseas y tu actuar es una consecuencia de esa magia que experimentas.
Los antiguos dicen que " 7 generaciones hacia atrás y 7 generaciones hacia adelante sanan con nosotras".
Mujer En Curso, la transformación es tuya y también tu sanación, aprende a ser tu medicina, porque en ti se alberga lo que requieres, sólo debes abrir tu corazón-útero y la sanación generará su propio espacio dentro de tu vida. Agradeciendo a la Mujer que Eres y al Linaje del que formas parte.
Claudia Ferrer Lillo,
Mujer en Curso
Mujer en Curso