Qué sería de las mujeres sin el aliento y el apoyo en situaciones de crisis que son tantas.
No habríamos sobrevivido a los avatares de la vida sin otras mujeres conocidas y desconocidas, próximas o distantes en el tiempo y en la tierra.
(...) Cuántas madres han sido figuras fundantes, transmisoras de nuestra lengua y con ella de los cimientos de nuestra visión del mundo, y coautoras de nuestra identidad.
Cuántas han sido sostén de sus hijas a lo largo de la vida.
Qué mujer no ha tenido el apoyo cómplice o lo ha dado alguna hermana, tía y prima, suegra y cuñada.
Desde el entendimiento o el conflicto las parientas se han apoyado en el día a día.
Qué decir de las abuelas y las nietas en mágicos encuentros generacionales y de las hijas que en las vueltas de la vida acaban siendo madres de sus madres.
Y las amigas, las compañeras y las colegas que acompañan a otras en riesgo por infinidad de cosas.
Las mujeres que nos han curado y cuidado, las que nos han enseñado el mundo, con íntima cercanía por encima de los tabúes y normas sociales.
Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas.
¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas?
¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres?
Marcela Lagarde