Las invito a entrar en el relato de Paulina, una mujer menstrual con-siente:
Menstruaciones abundantes: un llamado de atención del cuerpo y del alma
“Paradójicamente, mientras su antigua vida muere
y ni si quiera los mejores remedios consiguen disimularlo,
la mujer despierta ante su propia hemorragia y,
gracias a ello, comienza a vivir”.
Clarissa Pinkola Estés
Desde mi primera menstruación, a los 12 años, mi sangrado fue abundante: duraba siete días y los tres primeros eran los más intensos, especialmente el segundo día*. Cuando comencé a tomar pastillas anticonceptivas, que me recetaron para regular mis hormonas, mi sangrado disminuyó un par de días en duración, pero no así en intensidad. Después de diez años de tomar pastillas, casi ininterrumpidamente, mi sangrando continuaba siendo abundante. Eso era lo “normal” para mí.
No fue sino hasta los 27 años que comencé a sospechar que mi profuso sangrado pudiera estar relacionado con otros síntomas que solía padecer. El problema es que en mi interpretación cometí el clásico error de confundir el síntoma con la causa: pensé que el sangrado abundante era el responsable de la pérdida de mi energía vital. Me pareció que la solución lógica sería reducir el sangrado, tomando unas pastillas que dejaran menos días de descanso. Pero debido a la confusión, la solución intentada no sólo no resolvió el problema, sino que además lo agravó. Efectivamente, mi menstruación disminuyó, pero mi salud se fue deteriorando más y al cabo de algunos meses, la candidiasis se agudizó, comenzaron los síntomas de vaginitis (aunque en ese momento no sabía que se trataba de candidiasis) y se agravaron los síntomas de dermatitis en mi rostro.
¡Adiós a las menstruaciones abundantes!
Ese verano, me regalé el libro “Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer” de la ginecóloga Christiane Northrup (¡uno de los mejores regalos que me he hecho!). Gracias a esta lectura, comencé a reconectarme con mi cuerpo y a hacerle más caso a mi intuición. Sospechaba que reprimir mi sangrado no había sido una buena idea, de modo que decidí volver a las pastillas anteriores (de hecho, quería dejarlas, pero no me atrevía, porque temía un desequilibrio hormonal). Además, me decidí a buscar alivio natural para mis síntomas de dermatitis y vaginitis, y probé con algunos cambios en mi dieta: reduje considerablemente el consumo de azúcar, de lácteos y de harinas refinadas (los llamados “venenos blancos”). Grande fue mi sorpresa cuando llegó mi menstruación ese mes: ¡mi sangrado se había reducido a la mitad! No podía creerlo. Continué con mi nueva dieta y el resultado fue idéntico. También disminuyeron los síntomas de dermatitis y vaginitis. Mi impresión fue tal, que nunca más volví a consumir lácteos, salvo excepción o error, y he evitado al máximo el consumo de azúcar y harinas.
Hoy en día, a casi tres años de esa experiencia y a casi dos años de haber dejado las pastillas, mi “lunita” no se parece en nada a lo que solía ser, y ya no tengo síntomas de dermatitis ni de vaginitis. Me alegro mucho cuando estoy en “mis días”, no sufro dolores y mi sangrado es breve y leve. Dura entre 3 y 4 días, el color de mi sangre es como el de tierra rojiza y me basta un buen trozo de algodón para contenerla.
¿Qué significa el sangrado menstrual abundante?
La principal tarea es descubrir qué significa el sangrado menstrual abundante. En mi experiencia, era un síntoma de que estaba perdiendo mi fuerza vital, de que estaba enferma; una señal visible de una antigua herida emocional que permanecía abierta; un mensaje de mi alma que me advertía que me había alejado de mi naturaleza interior y de nuestra madre naturaleza. Ignorar o reprimir dicho síntoma fue equivalente a ignorar o a cortar la alarma de incendio y no hacerme cargo del fuego que me estaba quemando.
Hoy pienso que los síntomas “negativos” asociados a la menstruación están relacionados con procesos de desintoxicación. El problema no es el sangrado abundante, ni los dolores, ni otras molestias, sino la acumulación de toxinas. Por tanto, la solución no es reprimir el sangrado artificialmente, sino colaborar activa y regularmente con nuestra limpieza interior. Es una bendición que, una vez al mes, tengamos la oportunidad de limpiar nuestro organismo y un recordatorio para depurar nuestros pensamientos y emociones. En “El mensaje curativo del alma femenina”, R. Dahlke, M. Dahlke y V. Zahn escriben:
“Para el organismo, la menstruación es seguramente una buena vía para desprenderse de lo superfluo. No resulta, por tanto, sorprendente que en los últimos tiempos se hayan detectado en la sangre productos extremadamente venenosos, como los compuestos orgánicos del cloro. (…) El hecho de que el período sea una época de desintoxicación se manifiesta a menudo también en el sudor, que en este tiempo suele tener un olor distinto, por lo general más intenso...”
¿Cómo colaborar con nuestra limpieza interior?
En mi experiencia, el en plano físico, implica beber suficiente agua; evitar los alimentos refinados, químicos, artificiales y alejados de la naturaleza; privilegiar los alimentos naturales en mi dieta: frutas, vegetales, hojas verdes y semillas, frescos, crudos e idealmente orgánicos; realizar ayunos y semi-ayunos, limpiezas intestinales y de hígado con regularidad. También significa ayudar a la piel a eliminar toxinas: evitar ropas sintéticas, finalizar la ducha con agua helada, baños de tina con sales o con barro; evitar el contacto con químicos (cremas corporales llenas de químicos, limpiadores, etc.)
En el plano psico-espiritual, significa dedicarse al autoconocimiento y profundizar en las causas profundas de la pérdida de fuerza vital. En su libro “Mujeres que corren por los lobos”, Clarissa Pinkola Estés me dio algunas pistas en su análisis del cuento “Barba azul”:
“Una mujer puede tratar de ocultar las devastaciones de su vida, pero la pérdida de sangre, es decir, de su energía vital, no cesará hasta que identifique la verdadera condición del depredador y la reprima. Cuando las mujeres abren las puertas de sus propias vidas y examinan las carnicerías ocultas en aquellos recónditos lugares suelen descubrir que han estado permitiendo la ejecución sumaria de sus sueños, objetivos y esperanzas más decisivos”.La depuración psico-espiritual requiere una buena cuota de coraje y humildad, para ser capaces de pedir ayuda, de abrir el corazón, de ver lo que no queríamos ver, de re-conectarnos con nuestro dolor y de perdonarnos.
¡Germinemos juntas! ;-)"